Grupo CTHalloween y su vínculo con el campo

29 octubre, 2024

Halloween, en su versión moderna de disfraces y calabazas, parece lejos de la vida en el campo. Sin embargo, sus raíces ancestrales nos llevan a una celebración profundamente ligada a la naturaleza, la cosecha y los ciclos de la tierra. Los primeros orígenes de esta fiesta se encuentran en el Samhain celta, un antiguo ritual agrícola que marcaba el final de la cosecha y el inicio de la época oscura del año.

El Samhain, el Halloween de nuestros ancestros

En tiempos antiguos, cuando las comunidades dependían de sus propias cosechas para sobrevivir el invierno, el final de octubre representaba un momento importante. El Samhain, celebrado por las comunidades celtas de Europa, era el momento de cerrar el ciclo agrícola, de recoger los últimos frutos y preparar la tierra para su descanso invernal. La vida en el campo estaba impregnada de rituales de protección y agradecimiento, en los que se honraba a la naturaleza por los frutos recibidos y se pedía que las provisiones fuesen suficientes hasta la próxima primavera.

Durante esta época, se creía que el velo entre el mundo de los vivos y los muertos se volvía más delgado. Las comunidades rurales dejaban alimentos en las puertas y ventanas para los espíritus de sus ancestros, en un acto de respeto con quienes habían labrado la tierra antes que ellos. Esta conexión con los ancestros era esencial en la vida campesina, donde cada miembro de la familia representaba un eslabón en una cadena de esfuerzo y trabajo compartido.

Otro elemento esencial en esta festividad es el fuego, utilizado en los campos para purificar la tierra y protegerla de los malos espíritus. En la noche de Samhain, era común encender grandes hogueras en los campos, tanto para iluminar la oscuridad creciente como para purificar el entorno y alejar las energías negativas que pudieran afectar las próximas cosechas. Estas hogueras también simbolizaban el poder de la comunidad, que se unía para enfrentar los desafíos del invierno.

Además, el fuego servía como una especie de linterna natural. Los campesinos creían que las luces ayudaban a guiar a las almas de sus ancestros, quienes, durante esa noche, volvían a caminar entre los vivos. Este vínculo entre la luz y el regreso de los ancestros creó el simbolismo de las velas. Y posteriormente, de las calabazas talladas, que en muchas culturas se usaron como linternas protectoras.

Las ofrendas, agradecimiento a la tierra

A diferencia de los caramelos que hoy se asocian con Halloween, en sus orígenes, esta fiesta incluía ofrendas de alimentos simples y naturales: pan, frutas, leche y cereales. Estas ofrendas también eran un acto de agradecimiento hacia la tierra. Los campesinos sabían que, al entregar una parte de sus provisiones, rendían homenaje a la naturaleza y a su generosidad. Reafirmaban así su respeto y su dependencia hacia ella.

La siembra como rito de esperanza

Con el cierre del ciclo agrícola y la preparación del campo para el invierno, Halloween representa también un acto de fe en la próxima siembra. Aunque el Samhain marcaba el fin de la temporada de cosecha, los agricultores no perdían de vista que, después del invierno, vendría un nuevo ciclo de siembra. Este periodo oscuro era el momento de planificar, de descansar. Pero también de depositar la esperanza en la tierra, en un eterno retorno que aseguraría la supervivencia de la comunidad.

Por eso, Halloween no es solo una fiesta de sustos y disfraces; sus raíces profundas revelan una celebración del campo y la naturaleza. El final de octubre era el momento de mirar hacia atrás, de recordar a quienes cultivaron la tierra antes, y de mirar hacia adelante, confiando en que la semilla germinaría de nuevo. Así, la esencia de Halloween, desde sus orígenes, es un tributo a la vida rural, a la tierra.

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