FertilizantesPlan de Abonado II: Fertilización de la cebada

4 febrero, 2021

A la hora de trazar un plan de abonado para la fertilización de la cebada, al igual que en cualquier cultivo, lo primero que tenemos que identificar son las necesidades nutritivas del suelo. Para ello lo más recomendable es encargar un análisis del suelo a un laboratorio, que nos ayude a identificar los niveles nutritivos del terreno, arrojando datos para poder diseñar un plan preciso de fertilización.

 

El potasio y el nitrógeno son dos componentes esenciales a tener en cuenta en el cultivo de la cebada. El potasio es fundamental en las etapas más tempranas del cultivo, siendo clave en el crecimiento y fortalecimiento del tallo. El nitrógeno es el principal elemento mineral que determina el rendimiento de los cultivos y en cantidades óptimas es el elemento responsable de incrementar la productividad de la cebada. El fósforo actúa esencialmente durante la formación de la espiga y del grano, y contribuye a la precocidad de los cereales.

 

Aunque el nitrógeno juega un papel determinante en la fertilización, necesita del fósforo y el potasio para ser plenamente efectivo, siendo la combinación del nitrógeno y el potasio la más importante. La presencia del potasio aumenta la eficacia del nitrógeno en un 50% además de ser determinante a la hora frenar el encamado y hacer frente a las enfermedades de los cultivos. Además, una alimentación de la planta rica en potasio es especialmente influyente para la calidad de las cebadas cerveceras.

 

Como ya señalamos en el artículo sobre consideraciones a tener en cuenta a la hora trazar un plan de abonado, lo ideal es combinar un abonado de fondo o sementera con un abonado de cobertera, para cubrir todas las necesidades nutritivas de la plantación en cada momento específico del proceso de cultivo (ahijado, encañado, espigado y maduración).

 

La principal absorción de los elementos minerales se produce entre las fases de ahijamiento y encañado, siendo el nitrógeno y el potasio los elementos con una absorción más precoz. El fósforo tiene un mayor peso al comienzo del espigado.

 

Dosis de fertilizante y fechas de aplicación

 

Para determinar la dosis de fertilizante necesaria y la fecha de aplicación del abonado, hay que tener en cuenta diversas variantes: las necesidades de cada cultivo y la variedad específica; las reservas de nutrientes del suelo; la rotación de los cultivos; y las condiciones climáticas de cada zona -especialmente a la hora de planificar el momento de aplicación-.

 

La diferencia entre la absorción de nitrógeno de la cosecha y la disponibilidad de elementos minerales del suelo – resultante del análisis del terreno- determinan las cantidades de fertilizantes necesarias, teniendo en cuenta un factor de corrección de la eficacia real del abonado, un índice de efectividad que puede oscilar entre un 40% y un 80%.

 

Aunque cada vez existen técnicas más precisas para establecer la cantidad de fertilizante necesaria, de manera general las cantidades de fertilizantes se precisan únicamente considerando las necesidades de nitrógeno para el objetivo de producción, teniendo en cuenta el factor correctivo de la eficacia del fertilizante, en equilibrio con la cantidad disponible de nutrientes del suelo; la lixiviación invernal y el bloqueo de los residuos de la anterior cosecha.

 

Fertilización nitrogenada de la cebada

 

La Guía Práctica de la Fertilización Racional de los Cultivos en España, publicada por el Ministerio de Agricultura, estima que el cultivo de la cebada necesita absorber un promedio de 25 kg de nitrógeno por cada 1000 kg de grano

 

Existe una gran mutabilidad respecto a las dosis óptimas de nitrógeno en función del clima y el suelo. En las áreas con mayor presencia de precipitaciones, la dosis óptima de nitrógeno, oscila entre los 80 y 140 kg/Ha. La combinación del nitrógeno con el agua aumenta el contenido proteico de la cebada en dosis a partir de 100 kg N/Ha.

 

Por el contrario, en los secanos más áridos, donde el riesgo de encamado por la presencia de elevadas dosis de nitrógeno es mayor, no se recomiendo emplear una cantidad superior de nitrógeno a los 50 kg/ha.

 

En los cultivos de regadío en los que la productividad supera los 5000 kg/ha, la dosis recomendada se estima en torno a los 125 kg de nitrógeno por hectárea, jugando aquí un importante papel la dosificación del nitrógeno mediante el abonado de cobertera.

Fertilización de la cebada
Recomendaciones generales de abonado para el trigo y la cebada. ANFFE (2010).

Según estudios señalados en la guía, la mayor parte del nitrógeno debe ser aplicado durante la sementera, especialmente en cebadas de calidad maltera, debido a la correlación existente entre el abonado de cobertera y el incremento proteico del grano, que en este tipo de uso industrial resultaría perjudicial afectando a la calidad de la cebada cervecera. 

 

De manera general, en cuanto a la planificación del abono nitrogenado en las cebadas, se recomienda emplear una dosis de entre 20 y 30 kg/ha durante el abonado de fondo y una segunda fase de fertilización tardía entre las fases de ahijamiento y encañado.

 

Fertilización fosfopotásica de la cebada

 

Tanto el fósforo como el potasio son dos elementos que gozan de una buena fijación por el suelo. Esto, unido a otras condiciones, como un escaso nivel de absorción por la planta en climas muy áridos y fríos, puede llegar a comprometer la eficacia de este abonado. Es recomendable regularizar al alza la dosis de aplicación resultante de estudiar las extracciones del cultivo y el nivel del suelo.

 

En cuanto al potasio, gran parte de este mineral absorbido por el cereal es restituido al suelo en forma de residuos del cultivo. Para establecer la dosis de potasio, debemos tener en cuenta, además de la eficacia del fertilizante establecida por el índice correctivo – un promedio de un 80%-, el potasio extraído por las cosechas y su retención residual. La retención será mayor en suelos arcillosos y pesados.

 

Teniendo en cuenta la fijación de ambos elementos, lo recomendable es realizar el abonado fosfopotásico durante la sementera.

 

En las cebadas, la respuesta a la fertilización fosfopotásica dependerá de las reservas del suelo, puesto que algunos ensayos llevados a cabo tanto en cebadas de secano como regadío han evidenciado la ineficacia de este abonado en suelos con una elevado contenido de ambos compuestos. 

 

En suelos donde la presencia de fósforo es escasa, se recomienda la aplicación localizada de dosis bajas de fertilizante fosfopotásico en la línea de siembra de la cebada.

 

Aplicación de micronutrientes

 

El empleo de fertilizantes de alto rendimiento en detrimento de los abonos orgánicos, unido a la mayor exigencia mineral de las nuevas variedades, hace cada vez más necesaria la aplicación de elementos minerales secundarios para preservar la fertilidad del suelo agrícola.

 

Uno de estos microelementos cada vez más demandado es el azufre, que puede escasear especialmente en suelos arcillosos y en suelos arenosos con bajo contenido de materia orgánica. Para cubrir las carencias de azufre es recomendable emplear abonos complejos con azufre, sulfato amónico o sulfato cálcico.

 

En cuanto al magnesio, las mayores carencias pueden darse en suelos lixiviados, arenosos y calizos, aunque con una mayor incidencia en plantaciones de trigo.

 

Para determinar si existe una necesidad real de reforzar estos micronutrientes, el agricultor tiene a su disposición herramientas como el análisis del suelo y en función de los resultados obtenidos, su aplicación puede ser preventiva o curativa.

Aún existiendo índices y datos, además de la experiencia local, que nos pueden orientar a la hora de planificar el abonado de la cebada y otros cultivos, es recomendable estudiar detalladamente cada caso de manera pormenorizada, previo análisis del suelo, para establecer un plan de abonado que nos ayude a alcanzar el máximo potencial en nuestras cosechas.

 

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