Grupo CTLas malas hierbas en el cereal

6 mayo, 2025

Hablar de malas hierbas en cereal es hablar de un enemigo silencioso. No hacen ruido, no llaman la atención… pero cuando aparecen, compiten con fuerza. Y quien siembra, lo sabe. Si no se actúa a tiempo, una mala hierba puede convertirse en un problema serio de rendimiento, calidad y rentabilidad.

En España, los cultivos de trigo, cebada, avena o triticale conviven año tras año con una lista de malas hierbas que se repiten, y que evolucionan. Y no es solo una cuestión de estética o de “mal aspecto” del campo. Estas plantas indeseadas consumen agua, nutrientes y espacio. Algunas incluso liberan sustancias alelopáticas que afectan directamente al desarrollo del cereal.

Las malas hierbas más comunes en los cereales de invierno en España

Aunque varía según la zona, clima y manejo del suelo, hay ciertas especies que se repiten con frecuencia:

  • Avena loca (Avena sterilis): se confunde fácilmente con el cultivo, pero crece más rápido y es muy agresiva. Su presencia puede reducir la producción hasta un 30% si no se controla.
  • Vallico (Lolium rigidum): muy común en la mitad sur peninsular. Tiene resistencia a varios herbicidas, lo que complica su manejo año tras año.
  • Amaranthus spp. (bledo): aunque más común en primavera, puede aparecer en siembras tempranas y perjudicar los primeros estadios del cereal.
  • Papaver rhoeas (amapola): cada flor bonita puede producir miles de semillas que perduran años en el suelo.
  • Galium aparine (cuajaleches o amor del hortelano): además de competir por recursos, puede complicar la cosecha al enredarse con el cultivo.

Estas malas hierbas germinan, en muchos casos, al mismo tiempo que el cereal, lo que las convierte en competidoras directas desde el inicio. Y no solo reducen el rendimiento: también afectan a la calidad del grano, encarecen las labores de recolección y pueden provocar desajustes en el secado y en el contenido de impurezas del grano final.

Un suelo sin controlar es un campo que pierde fuerza

En un cultivo de cereal extensivo, la presión de malas hierbas mal gestionada puede suponer entre 10 y 40% de pérdidas en rendimiento, dependiendo del grado de infestación y de la competencia con el cultivo. Y si el año viene seco, la pelea por el agua se vuelve dramática.

Controlar las malas hierbas no empieza en la primavera, ni siquiera al aplicar un herbicida. Empieza antes de sembrar. Empieza eligiendo bien.

La importancia de sembrar bien… y con la semilla adecuada

Elegir semilla certificada es uno de los primeros escudos frente a las malas hierbas. ¿Por qué? Porque te aseguras de que la semilla que siembras es pura, libre de contaminantes y con vigor probado, capaz de establecerse bien desde el inicio. En un campo con presión de vallico o avena loca, una nascencia rápida y uniforme es clave para que el cultivo compita en igualdad de condiciones.

Además, muchas variedades certificadas actuales, como las de Arima Semillas, han sido seleccionadas no solo por su productividad, sino por su resistencia a enfermedades (roya, helmintosporiosis, oídio…) y buen perfil agronómico. Eso significa más capacidad de aguantar condiciones adversas, menos estrés y más vigor… justo lo que se necesita cuando el entorno no lo pone fácil.

Las malas hierbas seguirán apareciendo —porque el campo está vivo y dinámico— pero su impacto se puede reducir drásticamente con una estrategia integral: buena rotación, labores previas bien planificadas, tratamientos en el momento justo y, sobre todo, una semilla de calidad que no se quede atrás cuando toca competir.

Al final, la diferencia entre un campo limpio y uno invadido muchas veces empieza en el saco de semilla.

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